Por Juan Alonso Romero
“Los sistemas democráticos tienen tres fuentes de responsabilidad para con su población: la política, la jurídica y la social. En las tres, su normativa, se llama ley y su camino, Estado de Derecho”. Literatura política.
EL SISTEMA DEMOCRÁTICO
Definido por Abraham Lincoln, como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, demanda en la teoría y en la práctica, la mayor participación de los ciudadanos, en las decisiones de gobierno.
Respetando las diferencias ideológicas, políticas o de credo religioso. Donde el gobierno se sujeta al Estado de Derecho. Haciendo solamente, lo que la ley estrictamente le autoriza. En tanto que el individuo, puede hacer todo, menos lo que la ley específicamente le prohíbe. Los gobiernos democráticos, respetan a la oposición, como fuente de propuestas diferentes a las de su partido y como un equilibrio para gobernar.
I.-Esta concepción se ha traducido desde la Revolución Francesa de 1789, en pluralidad ideológica y política.
Que consagró los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Demostrando la posibilidad que tiene el pueblo normal, llano, bajo, sin ilustración, de cambiar incluso de régimen, de sistema. En este caso, a la monarquía absoluta, por un régimen republicano, representativo y popular. Ellos lo hicieron guiados por ideólogos de avanzada, mediante un levantamiento armado, a semejanza de la Revolución Mexicana. Con derecho a establecer una Asamblea Popular, que debatiera y autorizara sus leyes. Es precisamente en esa Asamblea, donde al sentarse los radicales a la izquierda, se les denominó desde entonces y para siempre: izquierda. Los moderados al centro, denominándoles así: de ideología de centro. Los burgueses o conservadores – sin ningún adjetivo calificativo – a la derecha: se les conoció como derecha. Entre ellos, estaban desde luego los monárquicos. Sin espantos, las tres corrientes, eran producto natural de la sociedad de la época.
II.- Antes, la ejemplar e influyente Revolución de Independencia Norteamericana, que concluyó en 1776.
Que por cierto, influyó en la Revolución Francesa. Siendo Benjamín Franklin, embajador en Francia, en esa época, quien contribuyó con ideas para documentos trascendentes de esa sin igual revolución. Es con Estados Unidos, que el mundo conoce el surgimiento organizado en leyes, de una República democrática, representativa y federal. Constituida por tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Con una federación de estados unidos en una República. Modelo, que por cierto, ha seguido una parte importante del mundo moderno.
GOBIERNO DEMOCRÁTICO
Todo gobierno democrático, está cimentado en una Constitución. Respeta la división de poderes. Donde los más obligados a cumplir con la ley son los gobernantes y los funcionarios que colaboran con ellos. No se imponen por encima de la ley: discrecionalidad. Ni intentan ejercer todo el poder y todas las funciones: dictadura y centralismo. No aceptan al elogio como norma: culto a la personalidad. Ni ponen en los puestos públicos a sus familiares y amigos: nepotismo.
Tiene el gobierno democrático además el rechazo a imponer desde el poder a su partido, como Partido de Estado. No propicia el clientelismo: de tener sujetas a las personas, a los votantes – con los impuestos que genera todo el pueblo – por medio de dádivas o programas sociales. O controlan a sindicatos, organizaciones populares o campesinas como parte del gobierno: corporativismo.
LAS OPOSICIONES
En los gobiernos democráticos, las oposiciones son aceptadas por la norma, por la ley, por la Constitución, como parte importante de la democracia. Como un factor indispensable para que el poder guarde equilibrios. Para que dentro de los gobiernos en sus tres niveles: federal, estatal y municipal, haya de verdad gobiernos representativos. Con los matices de todas las expresiones políticas de la sociedad. Con elecciones libres, normadas por la ley y por un árbitro imparcial. Al margen, de la intervención del aparato del estado.